Bienvenidos al blog

"La Historia no es el simple estudio del pasado, es la interpretación de acontecimientos que de algún modo han cambiado el panorama actual social, político y económico"; por ello, te invito a que interpretes, comprendas y analices estos hechos y analices cómo transforman el presente...

martes, 28 de agosto de 2012

JHON F. KENNEDY

Analice los éxitos y los fracasos de las políticas exteriores del presidente Kennedy con respecto a América Latina entre 1961 y 1963.

Las políticas de Kennedy en América Latina deben entenderse dentro del contexto de la guerra fría, la que fue el núcleo de la política de Estados Unidos hasta que terminó en 1991.  Cuba fue la primera crisis a la que se enfrentó la nueva administración de John F. Kennedy en 1961.  El objetivo
final de la política era debilitar completamente, o incluso asesinar si fuera necesario (“operación mangosta”), al líder revolucionario cubano Fidel Castro.

Además de esta política con respecto a Cuba, la administración propuso un plan de gran envergadura para América Latina: la “alianza para el progreso”.  Tenía como objetivo establecer una cooperación económica entre América del Norte y del Sur.  Se pretendía que la ayuda contrarrestara la percibida amenaza comunista incipiente que suponía Cuba para los intereses y el
dominio de la región por parte de EE.UU.  El programa se firmó en una conferencia interamericana en Punta del Este, Uruguay, en agosto de 1961.  Estados Unidos se comprometió a gastar 10 000 millones de dólares en la región durante diez años, para construir infraestructuras de transportes y
proporcionar tecnología y material industrial.  A cambio, los gobiernos de América Latina debían instituir programas de reforma social y política, incluyendo la reforma agraria.  Para protegerse contra movimientos más radicales como la guerrilla castrista de Cuba, el gobierno de Estados
Unidos también se comprometió a fortalecer a los ejércitos de la región con armas y entrenamiento.
Al mismo tiempo, entre 1961 y el asesinato del presidente Kennedy en 1963, se suspendieron las relaciones económicas y/o diplomáticas con varias dictaduras, como las de Argentina, la República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Honduras y Perú.  Pero estas suspensiones solo fueron
temporales.  A diferencia de lo que ocurrió con la “operación mangosta”, la alianza tuvo sus éxitos y fracasos. 
 
Éxitos
 El crecimiento de la producción en América Latina en la década de 1960 fue el 2,4 %, casi cumpliendo el objetivo de la “alianza para el progreso” de 2,5 %.
 A diferencia del crecimiento del 2,1 % en la década de 1950, el índice del Producto Interno Bruto (PIB) en América Latina alcanzó el 2,7 % en la última parte de la década de 1960 y subió al 3,8 % entre 1970 y 1974.
 En total, siete países alcanzaron el objetivo del 2,5 % en su PIB, doce no lo alcanzaron, y HaitÍ y  Uruguay tuvieron un PIB más bajo.  
 Aunque no se eliminó el analfabetismo en los adultos, sí se redujo.  En algunos países, el número de estudiantes universitarios se duplicó o incluso se triplicó.  El acceso a la educación secundaria también mostró un aumento.  
 Se construyeron centros de salud por toda América Latina.  No obstante, el éxito en la mejora de la sanidad se vio obstaculizado por el crecimiento de la población.   

Fracasos
 De los 15 millones de familias campesinas que vivían en América Latina, solo un millón se benefició con algún tipo de reforma agraria.  Las élites tradicionales se resistieron a cualquier tipo de reforma agraria.  
 Se crearon leyes de salario mínimo, pero el salario mínimo que se les ofreció a los trabajadores nicaragüenses, por ejemplo, era tan bajo que no se apreció ningún efecto en los salarios recibidos.  En otros países, los salarios mínimos llevaron a los patronos a utilizar maquinaria para ahorrar mano de obra.  
 Gran parte de la ayuda a la región se otorgó en forma de préstamos que finalmente debían devolverse.  Además, la ayuda monetaria debía utilizarse para comprar productos estadounidenses transportados en barcos estadounidenses; al eliminar la competencia, dichas restricciones
aumentaban generalmente el coste.  Los países receptores a menudo tuvieron que obtener nuevos préstamos para saldar sus deudas.  Un importante porcentaje de los fondos para ayudas fue malgastado debido a la corrupción y la ineficiencia.  
 En América Latina, durante la década de 1960, trece gobiernos constitucionales fueron sustituidos por dictaduras militares.  En vez de promover y consolidar el gobierno civil reformista, en la década de 1960 se produjeron una serie de golpes de estado militares en toda la
región.  A finales de 1968 los dictadores se habían apoderado de varios países.


 

ESQUEMA DE CALIFICACIÓN PRUEBA 3

Juzgue las consecuencias de la “revolución tranquila” en Canadá durante la década de 1960.  

La “revolución tranquila” de la década de 1960 fue un período de intensos cambios en Quebec
Canadá, caracterizado por la rápida y eficaz secularización de la sociedad, la creación de un estado
de bienestar, y una realineación política en dos facciones, los federalistas y los separatistas. 

El gobierno provincial tomó a su cargo las áreas de sanidad y educación, que habían estado en
manos de la Iglesia Católica.  Creó ministerios de educación y salud, amplió el servicio público,
e hizo enormes inversiones en el sistema de educación pública y en la infraestructura provincial. 
El gobierno permitió la sindicalización de la administración pública.  Tomó medidas para aumentar
el control de Quebec sobre la economía de la provincia y nacionalizó la producción y distribución
de electricidad.  También dio lugar al surgimiento de un poderoso movimiento separatista e incluso
a actos de terrorismo, lo que unió sólidamente la ideología del nacionalismo y el deseo de
cambio social. 
 
Compare y contraste el ascenso al poder de dos líderes populistas en América Latina entre
1945 y 1979. 


Los alumnos encontrarán muchos ejemplos para responder esta pregunta.  Casi todas las naciones
latinoamericanas han tenido líderes populistas en algún momento, pero el marco temporal excluye
los primeros períodos de Vargas (1930–1945), y Lázaro Cárdenas (1934–1940).  Entre los posibles
ejemplos pueden encontrarse: Perón en Argentina, Castro en Cuba, Kubitschek, Goulart y Quadros
en Brasil, y Betancourt en Venezuela, Paz Estenssoro en Bolivia, Ibáñez en Chile, Velasco Ibarra en
Ecuador, pero acepte cualquier otra figura pertinente elegida por el alumno, siempre que sea un
“líder populista” y corresponda al período.  Asimismo, los ejemplos válidos están limitados a
aquellos líderes populistas que realmente llegaron a gobernar.
Una buena estrategia para esta pregunta es empezar definiendo “populismo”: el populismo se
relaciona generalmente con una amplia campaña electoral llevada a cabo por un líder “carismático”
con atributos especiales (a menudo, una persona ajena a la política), con la participación de las
masas (es decir, el “pueblo”, o lo “popular”, de ahí el populismo), y con fuertes llamamientos al
nacionalismo o al orgullo cultural.  Los movimientos populistas que triunfan, normalmente evitan
las instituciones políticas como la Iglesia, la oligarquía, los partidos políticos, los periódicos y las
élites, centran sus actividades en las urbes y cortejan en especial a las clases trabajadoras, aunque
suelen formar coaliciones heterogéneas y a veces poco estables.  El populismo puede asociarse con
una ideología de izquierda o de derecha, pero por lo general carece ostensiblemente de una doctrina
identificable. 

Pueden examinarse algunas de las siguientes cuestiones: los métodos por los que el líder llegó al
poder; los grupos que le apoyaron y los que se opusieron a él.  ¿Desempeñó la ideología algún papel
en el ascenso al poder?  De ser así, ¿cuál fue?  De no ser así, ¿qué era lo atractivo que ofrecía
el líder?  ¿Cuál fue el ambiente político, social o económico del país que favoreció su ascenso? 
 
“Durante la guerra fría, Canadá y Estados Unidos tuvieron desacuerdos sobre ciertas
políticas.”  ¿En qué medida está de acuerdo con esta opinión?


Las respuestas a esta pregunta probablemente adoptarán una postura intermedia y contestarán que
“en cierta medida”.

Canadá desempeñó el papel de potencia intermedia en la guerra fría.  Durante la rivalidad
EE.UU./Unión Soviética, Canadá estuvo normalmente del lado de EE.UU. y Occidente. 
No obstante, la oposición a la guerra de Viet Nam y la relación de Canadá con China y Cuba, junto
con el mandato del primer ministro Pierre Trudeau, hicieron que con frecuencia Canadá estuviera
enemistado con sus vecinos occidentales. 
 
Para defender a América del Norte de un posible ataque enemigo, Canadá y Estados Unidos
empezaron a colaborar muy estrechamente en la década de 1950.  El Comando de defensa
aeroespacial norteamericano (NORAD) creó un sistema de defensa aérea conjunto.  En el norte de
Canadá, se estableció la línea de aviso temprano distante (la línea DEW), para alertar sobre los
bombarderos soviéticos que se dirigían al Polo Norte.  Surgió un gran debate siendo John
Diefenbaker primer ministro, sobre si Canadá debía aceptar o no armas nucleares de Estados
Unidos en su territorio.  Diefenbaker ya había aceptado comprar el sistema de misiles BOMARC a
los norteamericanos, que sería inútil sin las cabezas nucleares, pero obstaculizó el permiso para
entrar las armas a Canadá.  En las elecciones canadienses de 1963, Diefenbaker fue sustituido por el
diplomático Lester B. Pearson, que aceptó las cabezas nucleares.  Las tensiones aumentaron cuando
Pearson criticó el papel estadounidense en la guerra de Viet Nam en un discurso que dio en la
Universidad de Temple, en Filadelfia, Pensilvania, así como en cuando los Estados Unidos no
cumplió con otros acuerdos hechos con Canadá.

Canadá mantuvo lazos diplomáticos y económicos con Cuba después de la revolución cubana.
También rehusó formar parte de la Organización de Estados Americanos (OEA), ya que no estaba
de acuerdo con el apoyo y la tolerancia de la OEA a los dictadores durante la guerra fría.  Bajo el
mandato del sucesor de Pearson, Pierre Trudeau, las políticas de Estados Unidos y Canadá se
distanciaron aún más.  Trudeau eliminó las armas nucleares del territorio canadiense, reconoció
formalmente a la República Popular de China, estableció una amistad personal con Castro, y redujo
el número de tropas canadienses estacionadas en las bases de la OTAN en Europa.